miércoles, 27 de mayo de 2009

Un viaje a Huancaya...

Rumbo sur por la Carretera Panamericana hasta llegar a San Vicente de Cañete en donde ingresamos con dirección a la sierra siguiendo el valle del mismo nombre pasando por la ciudad de Imperial y por los pueblos de Lunahuaná y Pacarán para finalmente llegar al pueblo frutícola de Zúñiga en donde hicimos nuestra primera parada nocturna para pernoctar.

El jueves temprano partimos hacía Laraos, pueblo pequeño que se encuentra sobre los 3,310 m.s.n.m a cuya plaza de armas llegamos al medio día para un reparador almuerzo, posteriormente nos repartimos e instalamos entre el único hostal y algunas casas de hospedaje del pueblo. En la tarde salimos a recorrer las centenarias y pintorescas calles empedradas que nos mostraron múltiples facetas de su vida cotidiana. Laraos es considerado uno de los pueblos más hermosos del valle por su curiosa construcción sobre toda la ladera de un cerro de impresionante vista. Destaca su hermoso templo colonial, pero lo que más nos gustó sin duda fue la cascada Yuncalara y la gran Laguna Cochapampa situada en la parte posterior del pueblo (Foto-03) y rodeada de una de las mejores andenerías prehispánicas de todo el Perú (Foto-02) que hasta hoy día producen el principal sustento alimenticio de Laraos con cultivos propios. En la noche pernocte y cena con productos oriundos de la zona.

El viernes después de un desayuno a base de infusiones de muña, toronjil, plantas del lugar y apetecible pan de maíz con queso fresco, y luego de haber sido homenajeados por las máximas autoridades del lugar y pobladores con bailes típicos costumbristas en la plaza principal, fuimos declarados visitantes ilustres, ellos no están acostumbrados a la visita de gente foránea, luego de la ceremonia partimos rumbo a Miraflores, nuestra tercera parada.

Bajando otra vez al río Cañete, seguimos valle arriba hasta llegar al desvío hacia el pueblo de Miraflores. En el camino pasamos por la impresionante Garganta en donde parece que la carretera se acaba, pero discurre entre dos cordilleras (Foto-04) para continuar la ruta. Ya en el pueblo de Miraflores ubicado a 3,600 m.s.n.m. conocimos parte de su historia, su iglesia (Foto-05), plaza de armas y alrededores, luego partimos en busca del pueblo fantasma de Huaquis. Dejamos el pueblo por un bien conservado camino de herradura que conserva sus grandes escaleras de lajas de piedra. La vista del pueblo se hizo mas impresionante conforme ganamos altura al igual que todo el verde paisaje que nos rodeaba, muy abajo de la empinada quebrada se veía discurrir el empequeñecido río Cañete (Foto-06)

Tras una hora de recorrido llegamos a Huaquis conocido como el gran pueblo fantasma de Yauyos, una gran ciudadela prehispánica situada en un elevado promontorio desde donde se divisa la profundidad del valle de Cañete y que fuera utilizado durante la colonia y luego abandonado, su población fundó y se mudó al actual pueblo de Miraflores y dejó de vivir en las alturas.

Aún conserva intactas sus calles, sus grandes casas y su gran templo colonial (Foto-07) con su torre del campanario hecha en piedra todo en medio de una impresionante vegetación. Después de disfrutar del bello paisaje y las infaltables fotos emprendimos el retorno a Miraflores. Disfrutamos de un almuerzo en su plaza de armas, luego visitamos la catedral hecha con materiales extraídos de Huaquis, para finalmente partir a nuestro destino final, Huancaya-Vilca

Siguiendo el río Cañete valle arriba vimos impresionantes cañones formados por el río a través de miles de años, así como minas abandonadas que en alguna época no muy lejana tuvieron su esplendor. Desde el bus vimos la impresionante Laguna Piquecocha, cruzamos por el pueblo colonial de Vitis y su remodelado mirador para al fin llegar al que sería nuestro hogar por los siguientes dos días, el pintoresco pueblo de Huancaya que en su dialecto el quechua, significa pueblo de grandes huancas o piedras ubicado a 3,500 m.s.n.m. y poseedor de uno de los paisajes de río más hermosos de todo el Perú.

Nos instalamos en los apacibles, sencillos y rústicos alojamientos del pueblo y casas de familias que brindan hospedaje (Foto-0 luego salimos a caminar entre sus calles empedradas visitando su iglesia colonial (Foto-09) y su hermoso Puente de Arcos hecho en piedra que cruza sobre el río Cañete, en este lugar forma lagunas (Fotos-10-11-12) de diferentes tonos entre azules, aguamarinas, turquesas y verdes dándole una belleza solo igualada o superada por el paisaje del pueblo de Vilca. En Huancaya disfrutamos de una merecedora cena casera y pernocte, al día siguiente nuestra aventura llegaría a su máxima expresión.

El sábado después de un cálido desayuno en Huancaya muy temprano por la mañana, partimos río arriba con dirección al pueblo de Vilca (3,770 m.s.n.m.) considerado como la joya turística de la provincia de Yauyos. En todo el trayecto de 17 kilómetros que separan Huancaya de Vilca vimos desde lo alto del camino infinidad de lagunas, cascadas y desniveles (Fotos-13 al 15) que forma el río Cañete en su peregrinaje hacia la costa, cada una más hermosa que la otra en donde el cielo azul y las blancas nubes que forman caprichosas formas ( Foto-16) se ven reflejados en sus cristalinas y apacibles aguas, todo el discurrir del río se encontraba con abundante agua por ser en ésta época del año (Diciembre a Marzo) temporada de lluvias. En otros meses el caudal puede ser mucho menor, no pudiendo apreciar su real plenitud de llenura y belleza.

Esta excursión, se podría hacer descendiendo sus laderas empinadas hasta el mismo cauce del río caminando aguas arriba todo el trayecto hasta el pueblo de Vilca, pero serían horas de intensa caminata; creo que bien valdrían la pena intentarlo, ya que no es usual hacerlo, para tener una visión diferente in situ y no espectarla a mas de 200 metros de altura como usualmente se hace siguiendo el único camino carrozable que corre paralelo al río que se encuentra cauce abajo formando precipicios de diferentes alturas.

Tras 1 hora y media de viaje haciendo las paradas y fotos respectivas arribamos al pueblo de Vilca, conocimos su Plaza de Armas con su pequeña iglesia para luego visitar su construcción colonial más importante, el puente peatonal de doble arco (Foto-17) que cruza el río Cañete, todo una obra de arte e ingeniería.

Desde aquí caminamos por praderas y pastizales junto al río Cañete observando pozas de agua cristalina tan hermosas como las de Huancaya pero más cerca de nosotros; son tan transparentes sus aguas que se pueden ver las truchas nadar en el fondo del río. Tras una hora y media de caminata entre caídas de agua y pequeñas lagunas llegamos a la bellísima Laguna Papacocha (Foto-1 que se encuentra cerca de los 4,000 mil metros de altura, todo un paraíso en donde abundan aves andinas, el ichu, planta que solo crece en las grandes alturas y en donde solo reina la paz y la tranquilidad rodeados de impresionante e impoluto cielo azul En esta parte se pueden pescar truchas arco iris, remar en kayak o cualquier bote inflable y los mas valientes, aquellos que soporten el agua fría darse un reparador y revitalizante chapuzón en sus invitantes aguas cristalinas.

No se puede precisar con certeza cuántos recodos, estanques, desniveles, lagos y lagunas hay en toda la ruta, ya que su formación, cantidad y espectacularidad dependerán de la época del año en que se visite y el mayor o menor caudal de sus aguas fluyendo hacía la costa.

En la tarde, luego de una suculenta y deliciosa Pachamanca, modalidad de cocinar alimentos como carnes, maíz, papas, camotes, habas en un hueco bajo tierra tapado por hojas de plátano y cocinadas por el calor que producen piedras calentadas al fuego por horas, emprendimos el retorno a Hauncaya para un merecedor descanso después de una alucinante y extenuante excursión física y visual.

Para las personas que no están acostumbradas a caminar en altura es indispensable hacerlo muy despacio, tomarse su tiempo, caminar y parar debido a la gran agitación que experimentarán si lo hacen muy aprisa. Con el pasar de los días y la aclimatación gradual se irán acostumbrando; para caminatas es imperativo llevar buenas botas o zapatos de trekking, abstenerse de zapatillas por lo inestable o resbaladizas de éstas, llevar buenos lentes de sol, casaca ligera, bebidas rehidratantes o agua, bastón de caminata, protector labial, caramelos de limón y una gorra o sombrero estilo Indiana Jones para cubrirse la cabeza.

El domingo, último día en Huancaya y después del acostumbrado desayuno típico, emprendimos el retorno a Lima, no sin antes parar para realizar caminatas cortas en diferentes parajes que fueron pasados por alto en el viaje de ida con el fin de no demorar mas la llegada a los diferentes pueblos del intinerario programado.

Siguiendo el descenso hacía la costa pasamos frente a La Calavera (Foto-19), estatua en piedra natural esculpida por erosión para finalmente hacer la última parada forzosa en Lunahuaná, lugar donde degustamos platos a base de camarones y productos del lugar, un verdadero festín para nuestros estómagos no acostumbrados a las comidas típicas de las alturas para enrumbar finalmente a la ciudad de Lima donde llegamos muy contentos por esta experiencia diferente a cualquier otra vivida ya bien entrada la noche.

La finalidad de hacer el viaje visitando pueblos en la ruta por etapas fue por motivos de aclimatación ya que cada uno de ellos se encuentra a diferentes altitudes, se logró una aclimatación gradual muy beneficiosa para todos los participantes ya que no sufrieron mal de altura o "soroche" malestar por el enrarecimiento del aire y las dificultades para respirar asociado a dolor de cabeza, nauseas, cansancio, etc.

A este tour se le ha denominado"El Tour Macho"por las inclemencias encontradas a lo largo de toda la ruta: caminos angostos de trocha con innumerables precipicios uno al lado del otro, clima variado, lluvias impredecibles, calor de día, frío excesivo de madrugada, alimentos diferentes a los conocidos, hospedajes muy básicos, camas duras hechas de paja y muchas cosas a las cuales uno no está nada acostumbrado a encontrar, por otra parte la hospitalidad de la gente que lo saludan a uno hasta por gusto en las calles y durante todo el recorrido, los bellos parajes, praderas y paisajes de río vistos y la gran camaradería de todos los que participaron, hicieron de estas inclemencias muy fáciles de soportar; bien valió la pena esta interesante excursión. Si disponen de tiempo y tienen espíritu aventurero no dejen de pasar por alto esta gran opción, es uno de los lugares menos promocionados en todo el Perú que realmente merece una mayor difusión/promoción nacional e internacional.

La distancia de Lima a Huancaya es de solo 320 kilómetros, que se podrían recorrer en una buena camioneta 4 x 4 en unas 10 horas aproximadamente, sería un crimen hacerlo en un vehículo normal, terminarían destrozando la suspensión y las llantas. El promedio de velocidad aceptable dada las condiciones de todo el camino es de unos 30/40 kilómetros por hora. Los precios son muy accesibles, diría baratos comparados a otros sitios turísticos o a la misma capital. No encontrará comidas tipo fast food, solo comidas propias del lugar, toda una nueva experiencia gastronómica.

Si van en su propia movilidad, llevar doble llanta de repuesto, medidor de aire y asegúrense de abastecerse de combustible, llenen el tanque en Cañete, ya que en toda la ruta Lunahuaná a Huancaya hay un solo grifo, si a esto se le puede llamar así; es un establecimiento en donde expenden diversos combustibles vendidos en galoneras, acá no se conocen los surtidores eléctricos tradicionales.

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